Mi actividad como escuchante de podcast ha variado a lo largo de los años. Los que me conocen saben que siempre he estado vinculado de alguna manera u otra al mundo de los podcast, ya fuera haciendo un programa travieso (no sé si ese es el adjetivo adecuado, la verdad) como Tortilla de Patata -ganador a mejor podcast en los Premios Bitacoras.com en 2009-, haciendo un podcast sobre fútbol antes de que las radios se metieran en el mundo, hablando de Doctor Who o, ahora, haciendo un programa sobre el Pontevedra Club de Fútbol que se llama Fondo Norte.
Digamos entonces que ajeno al mundo del podcast, no soy. Como escuchante, mi nivel de uso de los podcast ha ido cambiando a lo largo del tiempo. Cuando a mi jornada laboral había que añadirle 40 minutos de coche, aprovechaba para escuchar de todo, pero ahora que las cuatro ruedas no las uso tan a menudo -cosas de vivir en una ciudad pequeña y muy peatonal-, los podcast son algo que escucho 1 o 2 veces a la semana, como mucho. Y hay algo que me chirría especialmente: que no me dejen escuchar su podcast.
Dejando a un lado los programas que se pasan a Podimo de un día para otro con su muro de pago -que no critico, cada uno es libre-, lo que me chirría muchísimo útimamente es la manera que los nuevos -y no tan nuevos- programas publican ahora su podcast. Se ha popularizado subir los programas a YouTube y a Spotify, dejando de lado la característica más básica de los podcast: la publicación mediante RSS.
El formato podcast nació de los blogs y con ellos, la posibilidad de saber cuando había programas nuevos a través del RSS. Al subirlos a YouTube y solo a Spotify te cargas esa parte, ya que le estás dando el poder de notificación de tu contenido a esas dos plataformas. Ellas pueden escoger cuándo enseñar tu programa y si avisarlo o no. Al hacer esto, también te cargas otra posibilidad para el escuchante: poder escuchar el podcast a su manera. Y claro, yo que soy usuario de la app Overcast, me encuentro con que hay muchos programas que no puedo añadir a mi lista porque están encerrados en estas dos plataformas.
Entiendo que para un usuario medio, lo de tener una web, un dominio y un gestor de contenido donde publicar los programas puede serr complicado, pero lo cierto es que no necesitas nada de eso, tan solo con subir tus programas a plataformas más amables como iVoox, ya puedes.
Igual esta disertación es un poco «señor mayor gritándole a las nubes», pero lo cierto es que me llama la atención que el mundo del podcast haya evolucionado de tal manera perdiendo su característica principal.
¿Se darán cuenta los creadores de contenido que no están en control de lo que publican al utilizar solo estas plataformas?
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